miércoles, 17 de julio de 2013

Feliz 80 Cumpleaños Escalerona ;)

Hoy os dejo con un artículo que me encontré en la Nueva España del 14 de julio con motivo del 80 cumpleaños de nuestra querida Escalerona.


"Hola a todos, ¡qué bien veros por aquí!, no podía hacer otra cosa que agradecer esta fiesta. Mi primera fiesta de cumpleaños ¡a los ochenta! Lo que no pase en esti Xixón? Supongo que me conocéis de toda la vida. Pero igual sois pocos los que sabéis mis peculiaridades -que alguna tengo- y conocéis a fondo mi biografía. Pues os la cuento.

Lo primero, mi nombre. Cuando nací, me quisieron poner uno vistoso, contundente: Escalera monumental de acceso a la playa de San Lorenzo. Casi nada. El caso es que salí grandona y maciza desde mis primeros días, así que me sacaron lo de la Escalerona y con ello me quedé. Hoy consto como Escalera n.º 4, así de simple, una más junto con mis otras 24 primas, que 25 somos en total las que desde San Pedro al Rinconín os damos acceso a la playa y al mar. Digo primas porque cada una nació en un momento determinado, pero aquí estamos todas cumpliendo por igual. De las que hoy estamos, la más veterana es la escalera 5, de la quinta de 1907 y centenaria ya; la más joven la 0, cosecha de 2008, aún una yogurina. Yo soy de 1933. Mi padre fue José Avelino Díaz y Fernández-Omaña, carbayón, todo un caballero que dio a Xixón todo lo que pudo como arquitecto municipal. Mi madre fue la Corporación que presidía el alcalde Gil Fernández Barcia.
Nací, por tanto, en la República, en la II República, y no sé si definirme como republicana pero lo que sí puedo afirmar es que ni rey ni reina, ni príncipe ni princesa me pusieron nunca un pie encima. Y yo, pues tan contenta. Ahora se comenta que soy un clásico arquitectónico del siglo XX... pero, ojo, que en mi época fui muy moderna. Tan moderna que soy nudista de nacimiento: desde que me quitaron el encofrado estoy con el hormigón al aire y el único trapín que llevo encima es la bandera del concejo. También soy práctica: os doy la hora, luz, la temperatura, mi megáfono os cuenta de todo, os dejo subir, bajar? vamos, que me enrollo bien. Y cuántas cosas vi? Imaginad: aquel Xixón de 1933 tenía entonces 80.000 habitantes, y hoy ya va por 270.000 y pico.
Tuve una infancia difícil. Con poco más de un año ya viví una revolución, era octubre de 1934, tuve a los guardias parapetados encima de mí, a tiro limpio, y vi pasar de cerca los obuses que dispararon sobre Xixón, tan de cerca que uno le dio a la torre de la iglesia de San Pedro y otro a la sede del Ateneo Obrero, que estaba aquí al lado, frente a la escalera 6. Y luego vino la guerra ¡cuántos sacos de arena de la playa tuve encima!, de los que se usaron para hacer parapetos y refugios para proteger a la gente de los bombardeos. Y poco me faltó a mí, de aquella, para quedar lisiada, que un cañonazo pegó en el muro casi a mi lado, aún podéis ver dónde fue por el parche de cemento con el que se tapó el agujero. Luego, la posguerra. Aquel frío cuando la nevada de febrero de 1944 que me dejó cubierta de nieve de las escaleras al mástil de la bandera. Pero también llegó una cosa que llamaban progreso pero que a mí nunca me convenció mucho de que lo fuese porque, ya veis, nos llenó el Muro de mamotretos cuya sombra nos amarga el paseo de otoño a primavera.
El caso es que de la miseria se pasó a la euforia y se pusieron en plan de convertir Xixón en Benidorm. Hubo festivales musicales, quitaron las farolas del Muro y pusieron banderas como si esto fuese la ONU, se plantaron palmeras? qué exótico todo. También empezó lo de la noche de los fuegos de Begoña ¡cuanto me gustan!, aunque acabo machacada de tanto pateo que me metéis.
Luego llegaron otros tiempos: volvió la libertad, la democracia y también quedó fijado el día más triste de mi vida, en enero de 1986, cuando el mar, la playa y yo misma nos volvimos negros, cubiertos de galipote y carbón? lo del «Castillo de Salas»? pensé que no salía de aquélla.
Y luego, claro, en moda de baño vi de todo: desde los modelitos de punto tan cucos a aquellos calzones Meyba y aquellas sayas de obligado uso en la posguerra. Luego que si un poco menos por aquí, menos por allá, ¡el bikini!, y hasta que llegamos al top-less. El caso es que la gente disfrute de esta playa, la más grande del mundo: empieza en Casablanca y acaba en casa Dios?
Como podréis suponer, aquí, con los pies en remojo y la cabeza al nordeste de continuo, con mareas y mareonas, sol, borrascas, galernas? pues el caso es que también tuve mis arrechuchos y bastante mala pata, porque me pusieron unos tratamientos que me sentaron fatal. Primero me quitaron mi pavés, los cuadradinos estos de cristal que veis, y me dejaron ciega, luego les dio por taladrarme la barriga para empotrarme duchas y luego me empezaron a meter mástiles con banderas como si yo fuese un Ministerio, las tuve todas: de España, de Europa, de Asturias, de Xixón? tan aerodinámica que era yo de perfil y me dejaron hecha un adefesio. Por si fuera poco, en 1992 me quisieron remocicar y ni os cuento: van y me arrancan el termómetro, me pintan la columna con gotelé y, lo peor, me descuelgan del paseo del Muro, porque yo no tenía esos tres escalones que veis hoy y cualquiera podía llegar a mi terraza sin pasar por ninguna barrera arquitectónica. Acabé desfigurada, un horror... ¡yo que había sido tan moderna!
Y ya lo último, que llegan un día de primavera del 2000 y se ponen a alicatarme hasta la bandera? ya ni nudista me querían dejar ser. Con aquello se montó una buena polémica, de éstas que nos gustan tanto, y hubo suerte. Caí en manos de Miguel Díaz y Negrete, de la familia, también, hijo de Avelino Díaz Omaña y, como él, también arquitecto. A mis 69 años volví a ser yo misma, por fin, y así sigo. Ahora me acaban de dar otro repasín, pero costó lo suyo? El caso es que estéis pendientes de mí un poco y de que me mantengan curiosa. Porque yo soy parte de vuestra herencia, patrimonio municipal, por mí pagaron sus impuestos vuestros abuelos y bisabuelos. Igual no os gusto a todos, pero siempre que pueda y me dejen, os daré la hora, la temperatura, os avisaré cuando se pierdan los guajes o cuando no os podáis meter en el agua. Me podéis poner los pies y hasta el culo encima, que valgo tanto de escalera como de banco improvisado.
Bueno, termino: que el futuro nos traiga lo mejor y que fallen esas previsiones de subida del nivel del mar, porque, si no, lo llevo crudo. Y, ya que estamos, os espero cuando cumpla 90 ¡y los 100!, que, como decía la canción, veinte años no es nada."

Aquí os dejo un audio muy bonito sobre la celebración: http://www.ivoox.com/escalerona-cumple-80-anos-audios-mp3_rf_2213407_1.html

Espero que os haya gustado.

Nos leemos ;)

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