lunes, 25 de febrero de 2013

La huella modernista en Gijón

Para todos a los que os guste el arte, aquí os dejo un artículo de Luis Cadenas Borges, el cuál os hará ver vuestros futuras visitas a Gijón [que espero que haya muchas ;D] con otros ojos.


España fue uno de los focos alternativos de las vanguardias de finales del siglo XIX y principios del XX. Sólo las ciudades con salida natural al mar, y que comerciaban con otras naciones, parecían ser permeables a esos nuevos estilos. El modernismo fue uno de ellos, y que entró con fuerza en Barcelona (con Gaudí), en San Sebastián, Santander o la propia Gijón, todas ellas urbes vinculadas al comercio y la mar. La burguesía que alimentaba esa riqueza abrazó el modernismo y lo convirtió en parte de su legado artístico urbano que dan a Gijón un aire diferente al resto de ciudades, con la cara frente a las olas del Cantábrico y muchos de sus antiguos edificios como un reducto del buen gusto estético de tiempos donde parecía no haber límite al progreso.

La burguesía creaba una ciudad a imagen y semejanza de su gusto y en aquellos años de la Restauración el modernismo cumplió bien su papel. Y lo hizo, sobre todo, a partir de la decoración exterior: los edificios eran más funcionales, pero su cara al exterior, y sus entrañas, para los dueños, adquirían el modernismo como eje de estilo con otras vías asociadas, como el Art Nouveau. Es visible en calles como la de Jovellanos, Corrida, San Bernardo, Trinidad, Cabrales, Munuza, Instituto o Moros. La mayor parte de ellos sirven para estructurar un viaje por sus autores, los arquitectos, que trabajaron para ese gusto burgués y con los que podemos diseñar ese viaje. Concretamente cinco: Bellver, Graner Prat, Marín, Manuel del Busto y García de la Cruz. 


En estas edificaciones hay muchos de los rasgos definitorios del modernismo catalán, principal fuente de inspiración y de encargos, además de buena tierra de arquitectos como Rubio Bellver, que construyó la iglesia del Sagrado Corazón (1911) utilizando muchos de los rasgos gaudianos por definición, como la profusión de los polilobulados en cada arco y forma de ornamentación. También aquí, y en el resto de edificios del estilo, aparecen dos rasgos más de este estilo: el uso de la figura femenina ligada a la mitología y al simbolismo natural como forma de decoración, y también la naturaleza como fuente de inspiración artística. Otro catalán reclutado para la modernización gijonesa fue José Graner Prat, que diseñó arrancado el siglo la casa en la que confluyen las calles Merced y Jovellanos, muy alta para la época, diseñada para unir estéticamente ambas calles en su fachada a partir de ondas que rompen la geometría. La decoración en olas le otorga un aspecto bien diferente y casa perfectamente con Gaudí.


Ya fuera de la órbita catalana, Mariano Marín fue otro de los arquitectos de esta forja, que en 1901 construyó una casa de dos plantas en la calle Cabrales; tanto en este edificio como en muchas otras casas de viviendas mostró su total identificación con el Art Nouveau, además de un uso masivo del cristal (en la misma senda que los arquitectos y decoradores franceses) en los edificios, bien en la decoración como en las galerías exteriores acristaladas. También Marín fue un devoto de la figura femenina y la naturaleza. Suyo es el edificio de la calle Corrida de tres plantas con uso comercial.

Manuel del Busto es más famoso fuera de Gijón: de su cabeza surgieron muchas de las construcciones que elevan la línea estética de Oviedo, pero en la rival costera, en la Gijón que se abría al mundo, dejó parte de su carrera, como en la calle Cabrales, donde la fachada conserva un elemento modernista como los medallones y las cabezas ornamentales que daban un aspecto más "romano" y al mismo tiempo dieciochesco. Lo que sí usó, con profusión, fue la policromía.


Pero uno de los más grandes, por profusión profesional y su estancia, es el destacado Miguel García de la Cruz, convertido con el tiempo en arquitecto del propio Ayuntamiento de Gijón y que dejó más huella que ningún otro. Al igual que en Barcelona y Madrid, los símbolos de la decoración urbana fueron realizados ex profeso por un arquitecto. Los suyos más evidentes son los viejos kioskos de la ciudad, el Casino en el Paseo Begoña, el Edificio Paquet (donde pudo volcar muchas de las corrientes historicistas que dominaron el siglo XIX en España y Europa en el campo de la arquitectura) y muchas otras viviendas adineradas de Gijón. Su huella es mayor que en ningún otro arquitecto, y desde luego la ciudad le debe mucho de sus restos arquitectónicos a este autor. En todos los edificios construyó con materiales nobles, siempre al servicio de una burguesía que pagaba el exceso para dar buena cuenta social de ese mismo exceso. Frente a la austeridad habitual, esta clase social usó a arquitectos como García de la Cruz para evidenciar al mundo que eran ricos y que contribuían así a la belleza de la ciudad. Siempre dentro de los cánones del buen gusto de la época. El resultado es ese Gijón.

En la siguiente foto se muestra una guía de los edificios modernistas de Gijón:


Tanto el artículo como las fotos están sacadas de la revista oficial de la ciudad "Gijón: Asturias con sal". Me parece que es un buen artículo que merece la pena ser difundido.

Nos leemos ;)

1 comentario:

  1. Gracias por la información, un artículo muy interesante para conocer a fondo esta ciudad en la que veranearé una vez más.

    ResponderEliminar